¿Es el enemigo? Que se ponga.
El periodismo está atravesando uno de sus peores momentos, algo que se percibe muy claramente en la información local, en la más cercana, que es la más necesaria.
Recientemente nuestra profesión ha conseguido algo importante como que al final los periodistas tengamos nuestro epígrafe de actividad profesional, después de años de espera, e innumerables peticiones. Pero por desgracia la situación del periodismo es muy preocupante.
Ahora les voy a ofrecer un dato contrastado que nos debería alarmar y casi angustiar: hace 10 años en Granada unos 60 periodistas deportivos vivían de este oficio. Además había colaboradores en emisoras y periódicos, que aunque tenían otra profesión, sentían el gusano del periodismo, reforzaban las redacciones y llevaban un extra a su casa. Hoy, diez años más tarde, apenas 15 periodistas deportivos viven exclusivamente de esta profesión. Los medios han recortado de forma brutal, y la información se ha resentido de forma muy notable. Es un error monumental porque el deporte es una de las informaciones más demandadas y una de las que mejor se venden en el mercado publicitario. En la radio, que ha sido mi pasión y mi profesión durante varias décadas, los fines de semana no hay programas deportivos, justo cuando se genera toda la información. Las grandes cadenas se cargaron casi todo lo local y las
emisoras de aquí que transmiten partidos de fuera de casa lo hacen viendo la tele, en vez de estar donde está la noticia (mandamiento máximo del periodismo). En los medios escritos más información nacional y menos local, en los audiovisuales, como no hay personal, tertulias en las que cobran protagonismo tertulianos que como mucho son de barra de bar.
Por eso quiero hacer de nuevo un llamamiento a las empresas del sector para que rectifiquen el camino que han emprendido porque se están cargando al periodismo, y por tanto parte de nuestras libertades. Por favor dejen de poner como objetivo principal el dinero y los beneficios, dejando a un lado lo que demanda la ciudadanía que es un periodismo de calidad. Necesitamos salarios dignos acordes con la profesión que representamos. Pero ahora solo importan las cuentas de resultados para que una corte de tíos encorbatados mantengan su status social y económico. Son tan buenos que lo mismo fríen una camisa que planchan un huevo. Importa más el impresentable que se gana un buen puñado de euros, a costa de los recortes que les aplica a los que de verdad trabajan el oficio. La información profesional, la que demandan los ciudadanos, da igual. Por eso recuerdo ahora la frase que utilizaba nuestro añorado y querido Antonio Barragán, y que fue acuñada por el periodista norteamericano Tomhas Wolfe: NO LE DIGAS A MI MADRE QUE SOY PERIODISTA, ELLA PIENSA QUE SOY PIANISTA EN UN BURDEL.
Además, desde esta tribuna, quiero hacer también una petición doble a las autoridades, nacionales, autonómicas, provinciales y locales. Es una demanda de supervivencia para que el periodismo no muera. Por un lado les rogamos que contraten profesionales para sus gabinetes, y que los contratos sean lo dignos que se merece esta profesión. Por otro lado son muchos los euros públicos, y por tanto de todos, que van a parar a los medios de comunicación. No solo pedimos equidad en el reparto sino justicia social, porque las instituciones no pueden contribuir con sus aportaciones a alimentar algunos tejemanejes empresariales que sólo buscan su beneficio personal… vamos mantener su lujoso tren de vida (yate contaré) a costa de la precariedad del trabajador. Ténganlo en cuenta por favor. A esos avariciosos con disfraz de periódico, radio o televisión, como diría Antonio Ozores, si piden dinero hay que decirles: NO HIJO, NO.
El periodismo ayuda a mejorar la democracia y por supuesto nos hace más libres. No nos dejemos llevar, ni confundir por las redes sociales. Una buena información requiere trabajo y dedicación, y lo más difícil la valoración de las noticias, para ofrecer lo que quiere leer, escuchar y ver el ciudadano. No nos dejemos arrastrar por la corriente de las redes, que en muchos casos nos van a sumergir en un lodazal de mentiras, bulos y chismes, amparados en muchos casos en el anonimato, o en intereses partidistas. Exijamos rigor, seriedad y profesionalidad, como consumidores de información, y demos de lado lo que se aparte de ello, porque seamos sinceros, en nuestra profesión también se cuecen habas. En estos tiempos difíciles aparecen personajes mediocres, que quieren llegar a lo más, siendo lo menos.
Aparecen ‘pelotas’ que llegan a ser jefes, que del estadio han pasado al estudio y se cargan lo que otros tardaron años en construir, o aquellos que por puro protagonismo y ego, hacen un flaco favor a la profesión porque no s€ valoran ni ellos mismos. Como diría Miguel Gila: ESTÁ EL ENEMIGO?. QUE SE PONGA.